viernes, 9 de septiembre de 2011

5.- LA BIBLIA Y EL CORÁN (*)


Dos libros muy distintos
No pretendo, en unas pocas líneas, indicar todas las diferencias existentes entre el Corán y la Biblia, sólo una que considero muy importante.
¿Qué es el Corán?
Según los musulmanes, el Corán es la puesta por escrito de lo que Alá reveló a Mahoma por medio del arcángel Gabriel., entre los años 610 a 632.
Después de su marcha de La Meca a Medina, en el año 622, Mahoma encargó a diversos escribanos que pusiesen por escrito el contenido de su predicación, basada en la revelación inmediata que había recibido.
Con esta concepción de su libro sagrado, el Islam pretende alinearse con los judíos y cristianos a los que, en repetidas ocasiones, el Corán identifica como las gentes del libro.

La revelación de Dios a los hombres
El concepto de religiones del libro, atribuido a cristianos, judíos, musulmanes y otras en las que los libros sagrados son considerados como normas de fe, unido al principio protestante de la “sola Escritura”, ha pasado a las ciencias de la religión.
Pero, hay aquí un malentendido fundamental: 
El cristianismo no es una religión del libro, sino la religión de la autorevelación de Dios. 
La revelación de Dios no es la entrega de un libro, sino la totalidad de la actuación salvadora de Dios en la historia de su pueblo, Israel, que alcanza su cenit y su plenitud en la encarnación del Verbo, la Palabra divina. 
En esta autorevelación, Dios se nos muestra como Dios del amor, en la unidad y en la trinidad de Padre, Hijo y Espíritu Santo.
Por medio de la Palabra hacha carne, tras la preparación de la Antigua Alianza, Dios sale al encuentro del hombre, no sólo con la comunicación de unas verdades que manifiestan su voluntad, sino, sobre todo, por medio de la concreta e histórica naturaleza humana de Jesucristo, en unidad de una sola persona con la naturaleza divina del Verbo encarnado.

Los profetas del Antiguo Testamento fueron portadores del mensaje de Dios.
También Mahoma es sólo un portador, un comunicador (no entro aquí en si es fiable o no).
Si aceptamos la fiabilidad de Mahoma como portador de un mensaje divino, estaría en la misma situación que los profetas del Antiguo Testamento, pero sin la referencia que éstos hacen constantemente al Mesías, como figura central y cumbre de todas sus profecías.

Jesucristo es, al mismo tiempo, portavoz de Dios y mensaje.
Él anuncia las cosas oídas del Padre y, por su condición de Verbo hecho carne, su misma persona, como tal, es la revelación del Reino de Dios. La Revelación en Jesús se convierte en un acontecimiento personal. La fe en Jesús trasciende la aceptación de unas verdades para convertirse en una adhesión a su persona.

La Tradición y la Sagrada Escritura
La Revelación de Jesucristo se transmite por medio de la Tradición y la Escritura La Tradición es el proceso de propagación entre sus seguidores de la realidad viva de Cristo, quien es en persona la fuente única de revelación en el sentido más estricto. La Sagrada Escritura no en revelación en sí misma, sino en cuento que da testimonio por estrito de la revelación de Jesucristo que ya estaba en la Tradición de la Iglesia. El cristianismo es la religión de Jesucristo, manifestada en la Tradición y puesta por escrito en la Sagrada Escritura.

La Biblia es un libro de la Iglesia, surgido de un amplio proceso de la tradición oral eclesial. La misma Iglesia estableció el canon de los libros que comprende y se constituye en garante de su cualidad de testimonio de la Tradición.
La interpretación que se haga de la Sagrada Escritura no puede entrar en contradicción con la Tradición eclesial de la que procede. La Sagrada Escritura no puede ser considerada, de modo similar a como es el Corán en el Islam, como una revelación dictada, palabra a palabra, por el Espíritu Santo.

La Biblia es Palabra de Dios en palabras humanas.
La concepción católica de la revelación nos lleva a la diferencia principal entre el Cristianismo y el Islam que es la creencia en la encarnación de Dios y, a través de esto, el reconocimiento de la Trinidad de Dios, cuyo rechazo es constitutivo del Islam.
Esta negación de la Trinidad de Dios por el Islam se refleja también en su concepción del más allá, en la que la vida eterna no tiene nada que ver con Alá, sino con el disfrute en plenitud de los placeres terrenales.
En la otra vida, Alá sigue siendo el Otro. En cambio, la vida eterna cristiana es la definitiva comunión en el amor con el Dios trino, por medio del Dios-hombre, Jesucristo, y la gozosa contemplación de Dios tal y como es. Los placeres terrenales no son susceptibles de trascendencia.

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