El diálogo de boca tapada |
No hay que ser adivino para saber que, bajo esta denominación hipócrita, se evocan esencialmente las relaciones entre Occidente y el mundo musulmán, y ésta será la ocasión de disertar sobre el tema o por lo menos de dar la apariencia.
¿Será ésta verdaderamente la ocasión de construir las bases de un diálogo sereno y sincero?
¿Quién puede todavía creer en eso, sino los ingenuos, estafadores, imbéciles y groseros?
¿Quién puede todavía creer en eso, sino los ingenuos, estafadores, imbéciles y groseros?
El diálogo es un ejercicio muy exigente, que pide mucho por parte de los que lo pretenden y que, según la tradición helénica, constituye la actividad humana más prestigiosa.
Pero no hay diálogo sin franqueza, sin respeto del otro, sin conocimiento profundo del interlocutor, sin aceptación teórica mutua y sin argumentos contradictorios: es bueno recordarlo como condición previa a todo intercambio intelectual y en el caso presente, es evidente que las condiciones del diálogo no se cumplen.
El diálogo no puede estar exento ni de sinceridad ni de clarividencia sin las cuales no es más que habladuría, pretexto para la intimidación y condición previa a la sumisión; es entonces un ejercicio descarriado, esclavizado y pervertido.
Son numerosos los que tienen interés que haya una especie de amplia conversación de salón, a escala planetaria, alrededor de un gran vaso de té a la menta, que se revelará perfectamente superficial, fútil y finalmente ilusoria.
El diálogo no puede estar exento ni de sinceridad ni de clarividencia sin las cuales no es más que habladuría, pretexto para la intimidación y condición previa a la sumisión; es entonces un ejercicio descarriado, esclavizado y pervertido.
Son numerosos los que tienen interés que haya una especie de amplia conversación de salón, a escala planetaria, alrededor de un gran vaso de té a la menta, que se revelará perfectamente superficial, fútil y finalmente ilusoria.
En efecto, ambas partes no están dispuestas a dialogar:
Occidente está maduro en su miedo y se refugia en la ignorancia y la incomprensión, reposando como último recurso en su maestría en la técnica y en la economía.
El mundo musulmán se petrifica en la ignorancia de sí y del otro, en la certeza de la perfección de su doctrina y el desprecio de la otra, en la obsesión machista de la conquista y la dominación, en la incultura de sus masas y la cobardía de sus élites, dirigida por clérigos obtusos y dirigentes corruptos.
Nada es sano en este intercambio de fuerza de una infernal complejidad. Una parodia de diálogo no hará más que retrasar las confrontaciones vueltas más brutales todavía.
La hipocresía elevada a modo normal de relación no hará más que viciar los intercambios entre las culturas.
Para contrarrestar estos esquemas nefastos, sería bueno hacer una apuesta de coraje, de franqueza y de crítica argumentada, de rechazo de la violencia como instrumento de intimidación, y por parte de los musulmanes, una apuesta de ruptura. Es lo que nosotros proponemos modestamente, porque estamos todavía llenos de confianza enla Humanidad , a pesar de todo...
La hipocresía elevada a modo normal de relación no hará más que viciar los intercambios entre las culturas.
Para contrarrestar estos esquemas nefastos, sería bueno hacer una apuesta de coraje, de franqueza y de crítica argumentada, de rechazo de la violencia como instrumento de intimidación, y por parte de los musulmanes, una apuesta de ruptura. Es lo que nosotros proponemos modestamente, porque estamos todavía llenos de confianza en
El sitio que usted va a consultar (2) tiene como finalidad proporcionar bases claras a los debates, en el curso de la discusión, proporcionando a un vasto público informaciones inéditas, publicando el fundamento de la doctrina musulmana, lo que los mismos musulmanes nunca se atrevieron a hacer. Solamente después será posible dialogar, según las normas occidentales: Aristóteles escribía en su Ética a Nicómaco, “ La amistad es una cosa bella, pero la verdad todavía es más bella” y todavía debemos creer que es posible un verdadero diálogo, si respeta las reglas y las exigencias del género, como la búsqueda de la verdad.
Por desgracia cada vez es más difícil creer que todavía es posible un diálogo verdadero.
El año que se anuncia no se presenta bajo mejores auspicios: los dirigentes religiosos y políticos tienen interés en proponer a las muchedumbres la confusión y la ilusión. En lugar de ganar tiempo, será tiempo perdido, simplemente porque de una y otra parte, falta valor:
Por parte de los occidentales, el valor de exigir y afirmar ser fieles a sí mismos. No se miente a los verdaderos amigos, pero no se debe ser amigo con no importa quien y ni a qué precio; el hecho de tener enemigos no es una vergüenza.
La amistad y el respeto se merecen, no se imponen por la fuerza o por el miedo, y deben ser sinceros y recíprocos. Lo que aquí, no es el caso.
Por parte de los musulmanes, se trata del valor de mirarse finalmente de frente, cuestionarse y abandonar (o permitir el abandono) una doctrina en desfase dramático con el tiempo presente, en contradicción con el conjunto de los derechos humanos.
Si un diálogo es posible y hasta deseable, debe mantenerse entre individuos, no entre instituciones o comunidades, entre laicos y no entre clérigos, sobre los valores humanos y universales, y no sobre una base religiosa.
(1) Fuente islamdocuments.org
(2) Hace relación a islamdocuments.org
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