Activista musulmana |
Actualmente toda la Unión Europea es tierra de promisión para sucesivas oleadas de emigrantes de muy diversos países, muchos de ellos musulmanes.
¿Qué problemas plantea a la UE la inmigración islámica?
¿Pueden estas minorías llevar la islamización a Europa? ¿Por qué no quieren integrarse?
El Islam es no sólo una religión, es una ley, una vida social, una moral, es todo. El musulmán convive, pero no se integra. No acepta la cultura del receptor, no se convierte al catolicismo ni al protestantismo, que son las religiones mayoritarias en Europa; sino que son ellos los que tratan de hacer prosélitos.
El problema del Islam es, en general, su proselitismo, pretende una invasión espiritual de los países en los que tiene una representación. Es muy difícil que el Islam cambie y separe los dos poderes, porque eso está escrito en el Corán.
Respecto a la libertad religiosa, los musulmanes exigen a la UE unos derechos, como la oración en horas de trabajo, los distintivos religiosos (el chador en Francia y el velo en España) y la equiparación con las demás confesiones religiosas, que en sus países de origen sus gobiernos no conceden a las minorías religiosas, sino que algunos hasta las persiguen. Es una incongruencia pedir lo que ellos no dan.
La fuerza expansiva de los musulmanes está favorecida por algunos países productores de petróleo que invierten muchos “petrodólares” en la extensión del Islam en Europa, mediante la construcción de mezquitas y el apoyo financiero a grupos religiosos.
¿Qué puede hacer Europa?
Primero: Mirar el problema de frente. No se puede esconder ni confundir el problema del Islam con el de las migraciones en general. Hay que instruir a los cristianos sobre lo que es el Islam, sobre todo en sus aspectos contrarios a la fe cristiana, enseñando siempre el respeto y la caridad hacia el hombre musulmán. Y, sobre todo, hay que instruir a los cristianos en nuestra propia fe.
Segundo: Hay un gran peligro para el diálogo cristiano-musulmán: La mentalidad occidental, tan superficial, de que todo el mundo es bueno. De ahí se concluye que, puesto que todos creemos en un mismo Dios, puesto que los musulmanes “veneran” a la Virgen María, etc., no estamos lejos unos de otros.
Tercero: Llegar al fondo de las cosas. No quedarnos en lo superficial (1).
Nuestra concepción de Dios Padre no es la misma que la concepción de Dios en el Islam; la divinidad de Cristo no forma parte de la doctrina musulmana, al contrario; el sacrificio de Cristo en la cruz es totalmente negado; el concepto de “gracia” no existe en el lenguaje árabe, etc. etc.
Cuarto: No olvidar el contexto religioso musulmán. Todavía hoy, la lectura que muchos hacen del Corán conduce a la violencia. El Corán llama a la “guerra santa” contra los musulmanes que abandonan la verdad; "guerra santa" contra los infieles, y consideran infieles a todos los no musulmanes.
Qunto: Buscar el diálogo. Diálogo no es imponer la verdad de uno sobre el otro, sino buscarla juntos. Dialogar es una exigencia de nuestra fe católica.
A sabiendas de que el acercamiento real seguirá siendo hipotético porque los cristianos y los judíos somos infieles para el Corán y todo buen musulmán no está obligado a mantener la palabra dada a un infiel.
(1) Véase el artículo: 23.- ¿Es Alá el Dios de la Biblia?
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