domingo, 9 de octubre de 2011

19.- LA ABLACIÓN DE WARIS DIRIE (1)

 Un relato escalofriante
"Nos alejamos de nuestra choza, hacia los arbustos. Esperaremos aquí, dijo mamá, y nos sentamos en el suelo. Mamá cogió un trozo de raíz y me la puso entre los dientes. Muérdela, me dijo. La gitana rebuscó en una vieja bolsa de viaje…. Y extrajo una cuchilla de navaja, rota. ..escupió en ella y se la secó en el vestido.
Me habían vendado los ojos con un pañuelo. Percibí cómo me cortaban la carne, los genitales. Sentí la hoja embotada atravesar mi piel, de arriba abajo, serrándola. No existen palabras para describir loque se siente. Es como si alguien te rebanara el muslo o te cortara el brazo, sólo que lo están haciendo en la parte más sensible de tu cuerpo. Me desmayé". (2)

¿Qué pasó después?
"Cuando volví en mí creí que habíamos terminado, pero apenas había empezado lo peor. Me habían quitado la venda y a su lado la Asesina había apilado un montón de espinas de acacia; las usó para perforarme la piel y luego pasó un fuerte hilo blanco por los agujeros y me cosió. Mis piernas estaban totalmente entumecidas, pero el dolor entre ellas era tan intenso que deseé morir. Mi recuerdo acaba en ese instante… hasta que abrí los ojos y la mujer se había ido".

Sola, tumbada en el suelo
"Me habían cambiado de lugar, ahora me encontraba tumbada en el suelo, cerca de la piedra. Me habían atado las piernas, desde los tobillos hasta las caderas, con trozos de tela, de modo que no podía moverme. Busqué a mi madre, pero ella también se había marchado, de modo que me encontraba sola, y me pregunté qué sucedería después.
Había trozos de mi carne, de mi sexo, encima de la piedra, secándose bajo el sol. No había sombra y las oleadas de calor me golpearon la cara, hasta que mi madre y mi hermana regresaron".

Es colocada en una especia de choza bajo un árbol

"Me arrastraron hacia la sombra de un arbusto y acabaron de preparar mi árbol; siguiendo la tradición, prepararon una pequeña choza especial debajo de un árbol, en la cual descansaría y me recuperaría durante las siguientes semanas… me metieron en la choza".

El tormento para hacer pis
"Creí que el tormento había acabado, hasta que tuve que orinar…. Tras horas de esperar, me moría por orinar, pero las piernas atadas me impedían moverme. Mamá me había advertido que no debía moverme, para no rasgarme, porque si la herida se abre, tienen que volver a coserla.
Tengo que hacer pis –grité a mi hermana. Vino y me hizo rodar sobre mí misma, hasta dejarme de lado. La primera gota me escoció como si un ácido me estuviese corroyendo la piel. Después de que me cosiera la gitana, la orina y la sangre de la menstruación sólo podían salir por un minúsculo agujero del diámetro de una cabeza de cerilla (3); así se aseguraban de que no practicara el sexo hasta después de casarme y de que mi marido supiera que se casaba con una virgen".

Sola otra vez, durante dos semanas
"Cuando empezaba a oscurecer, mi madre y mi hermana regresaron con la familia y yo me quedé sola. Los días transcurrían interminables, se me infectaron los genitales y tuve mucha fiebre. Tenía tanto miedo del dolor que provocaba orinar que había contenido el impulso, hasta que mi madre me dijo: Nena, si no orinas, morirás. Intenté hacerlo. Pero mi herida se infectó tanto que no pude orinar durante cierto tiempo. Mamá me llevó comida y agua durante dos semanas;… yo permanecía tumbada, esperando que la herida cicatrizase".

El regreso a casa

"Mamá vino a buscarme y regresé a casa…. Mis piernas siguieron atadas durante más de un mes. …
Cada semana mi madre comprobaba si la herida cicatrizaba..Cuando me quitaron las ataduras… descubrí un trozo de piel totalmente lisa, excepto por una cicatriz en medio, como una cremallera, y esa cremallera estaba definitivamente cerrada. Mis genitales se hallaban sellados, como un muro de piedra que ningún hombre podría penetrar hasta la noche de mi boda, cuando mi marido me rajaría con un cuchillo o me penetraría a la fuerza".

(1) Texto copiado literalmente de: Waris Dirie, Flor del desierto, Ed. Maeva pg 54 y sgts
(2) La operación suele hacerla, en circunstancias primitivas, una partera o una mujer de la aldea. No usan anestesia. Cortan a la niña con cualquier instrumento que tengan a mano: cuchillas de afeitar, cuchillos, tijeras, trozos de vidrio, piedras afiladas y, en algunas regiones, los dientes. El daño mínimo es impedir el disfrute del sexo. Al otro lado del espectro está la infibulación, versión padecida por mí y por el 80% de las mujeres somalíes. Idem pg, 249
(3) Cuando una chica se casa, en la noche de bodas, el novio intenta abrir a la fuerza la infibulación de la novia, si es pequeña la abre con un cuchillo. Waris Dirie, Amanecer en el desierto, Ed Maeva pg 21

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